El establecimiento del estanco del tabaco en Venezuela en 1777 halló una fuerte oposición. Uno de los primeros lugares en que se manifestó fue en la ciudad de La Grita, donde se levantó un tumulto callejero en Agosto de 1779, capitaneado por un tal Matías Márquez, contra el administrador de la Real Hacienda y un escribiente suyo, acusando al primero de ser el responsable de la nueva contribución y varias corruptelas en el ejercicio de su trabajo, y obligando a ambos a estar presos en su propia casa protegidos por la escasa fuerza que había en la localidad. Márquez fue detenido, pero los revoltosos, verdaderos dueños de la ciudad, lo sacaron de la cárcel sin esfuerzo, y escribieron al gobernador de Maracaibo exponiendo sus quejas acerca del administrador de rentas y amenazando con más tumultos si no era cesado. Cumplieron su palabra, pero fueron sometidos y obligados a acatar las disposiciones reales, sin embargo los castigos que se aplicaron no fueron muy rigurosos. En 1780 el intendente decía que había cesado la “contradicción y estorbo contra la renta del tabaco”, si bien habría nuevas y más graves revueltas (ver Comuneros of Merida insurrection 1781), y lo que fue más perjudicial para la renta, una resistencia pasiva en Cumaná, Isla Margarita y Aragua, negándose los agricultores a plantar tabaco o descuidando su cultivo, hasta el punto de ser de tan mala calidad el cosechado que no se pudo aprovechar, originando tal escasez de ese producto en aquel territorio, que tuvo que ser abastecido desde Caracas.