Las tensiones por la presencia de los españoles en la isla de Cebú se iniciaron ni bien los mismos arribarán a ella en abril de 1565. Miguel López de Legazpi (Gobernador español de Filipinas) envió a Pedro Pacheco, su intérprete, y posteriormente a fray P. Andrés de Urdaneta (agustino) a establecer conversaciones de paz con Rajah Tupas (señor principal de la isla de Cebú, bautizado Felipe Tupas). Es el propio Legazpi quien, en su relación, habla repetidamente de indios “alzados”. La desconfianza era profunda, hasta el propio Tupas estuvo siempre acechado por vacilaciones que los primeros cronistas interpretan como intentos de traición para con los españoles. La situación cambió violentamente, cuando un grupo de 16 indígenas liderados por el Jefe Dagami de Gabi y otros cuatro jefes se escondieron fuera del asentamiento español en Cebú, con la intención de matar a algunos españoles y terminaron asesinando al miembro de la expedición Pedro de Arana. En diciembre de 1566, dos españoles más fueron asesinados y otros tres cayeron gravemente enfermos por avenamiento. Legazpi culpó de todos estos hechos a Rajah Tupas (Felipe Tupas) y a otros jefes tribales quienes terminaron entregando a Dagami y los demás complotados. Dagami fue condenado a muerte en el año de 1567, y su cuerpo desmembrado. La revuelta de Dagami es clara muestra de la situación de disgusto permanente generada por la presencia de los europeos. Dicho inconformismo nunca dejaba de aflorar violentamente a la superficie.