La revuelta de La Paz de 1777 tuvo una motivación primordialmente fiscal. La Paz se había convertido en el siglo XVIII en un concurrido foco comercial en el que indígenas y mestizos tenían una presencia muy destacada a través de multitud de arrieros y trajinantes. En 1776, como resultado de la incorporación del Alto Perú al virreinato rioplatense, se decretó una subida de la alcabala y la instalación de una aduana en La Paz, lo que dificultó las actividades de contrabando, tan lucrativas para muchos sectores populares. Como resultado de ello, y de los abusos y descortesías cometidas por los funcionarios de la aduana, un grupo de indios bayeteros y tintoreros presentaron un reclamo contra estos el 1 de octubre de 1777. Al ser desatendidas sus peticiones, el tumulto se desató el día 22, cuando varios comerciantes itinerantes, apoyados por otros elementos de la plebe, entraron a la aduana con un petitorio quejándose de los abusos, antes de que cientos de mestizos e indígenas armados se apostaran en su entrada y se produjeran altercados en varios puntos de la ciudad. El levantamiento tuvo un liderazgo descentralizado, aunque se consideró a Antonio Mamani, alcalde indio del gremio de tintoreros, de ser el principal cabecilla. Si bien este tumulto no llegó a convertirse en una revuelta general, las alteraciones antifiscales continuaron en 1778 y sobre todo en marzo de 1780, cuando pasquines amenazantes contra los oficiales aduaneros llevaron a una reducción de la alcabala y a la clausura de la aduana por parte de las autoridades paceñas, temerosas de que se produjera un motín masivo, en el que además estarían involucrados sectores criollos.